Programa de Canastas Navideñas

El empacar y regalar las canastas navideñas es uno de los primeros juegos de caridad que Bonita enseñó a su familia. A los niños les encantaba llenar las canastas con comida, ropa, colchas que habían hecho, juguetes, zapatos y cualquier otra cosa que consideraban que una familia necesitada podría usar.

Luego venía lo divertido de entregar estos tesoros a las familias. Bonita se aseguraba de que todos estuvieran vestidos con un colorido atuendo navideño. Después llenaban el carro de la familia con las canastas, dejando casi nada de espacio para la familia, y siempre requería varios viajes.

El entregar las canastas significaba que conocerían familias que nunca antes habían visto. Una vez llegaban a la casa de una familia seleccionada, Bonita los enfilaba detrás de la canasta para cantar villancicos, hasta que la familia salía para ver quiénes estaban cantando. A la familia Justice le encantaban las miradas sorprendidas y agradecidas en los rostros de las familias necesitadas. Algunas veces, tocaban la puerta y se escondían, y luego saltaban para cantar un villancico.

Así que fue natural que el nuevo colegio de Bonita continuara con la tradición de las Canastas Navideñas. En algún momento a través de los años, las canastas se convirtieron en baños plásticos en las cuales cabían más regalos y los baños vacíos eran más útiles para las familias necesitadas.

El programa de Canastas Navideñas ha crecido a 300 canastas, cada una especialmente empacada para una familia receptora, con una colcha o colchas, comida, zapatos y ropa seleccionada para cada miembro de la familia, y juguetes para los niños pequeños.

Las solicitudes para las canastas son enviadas a través de líderes comunitarios, obispos, ministros, curas y padres de familia del colegio. A aquellos que envían una solicitud se les recalca pensar en aquellas familias que no tendrían una navidad sin nuestra canasta.